miércoles, 7 de diciembre de 2011

HISTORIAS DE SAN RAFAEL


Hace algunos años, cuando cantábamos en la misa de 11 los domingos, en el coro de la Parroquia de San Cosme, vivimos una experiencia singular. Era una boda. Los novios frente al altar. El padre oficiando la misa, Todo transcurría normal. Cantábamos y nos llenaba de orgullo estar ahí. Eran ya varios años que el coro de San Cosme reunía a nuestras familias en misa. Recuerdo que después del ofertorio, la figura de una viejecita apareció por el pasillo central, caminando hacia el altar, despacio, y a cada paso se veía en su cara el dolor que le causaba el caminar. Nos causó extrañeza porque iba vestida de novia. Su vestido blanco percudido por el tiempo, su velo sucio y maltratado, un paraguas en la mano derecha como bastón y en la mano izquierda, su bolsa del mandado.
No dudó en llegar hasta situarse a la derecha del novio. Del otro lado, la novia oficial. La escena provocó un murmullo generalizado en un momento de la misa en que deberíamos estar orando, en silencio.
Mario, uno de los compañeros del coro, tuvo la intención de arreglar la penosa situación y discretamente se acerco a la ancianita. Por detrás, intentó sujetarla de los brazos para hacerla a un lado, pero ¡ZAZ!, ¡SOPAS!
La ancianita presintió el intento de Mario por retirarla del lugar y, sorpresivamente utilizó su paraguas como espada y cual mosquetero le propinó una estocada en la garganta a Mario que impulsivamente y por su destreza en las artes marciales, pudo sujetar a la ancianita entre sus brazos. La escena era entre cómica y dramática. La abuelita forcejeaba, los feligreses se escandalizaban. El Padre hizo una pausa, y después de ver que no había manera de hacer a un lado a la novia espuria, le pidió a Mario que la dejara en paz. La Misa prosiguió hasta el final con el novio con dos novias.
Esta anécdota me da pie para presentarles la narración de Alberto Barranco, miembro fundador de nuestro movimiento, quien hace algún tiempo escribió “Ciudad de la Nostalgia”.- “Historias de San Rafael”, (nuestra colonia) publicada en el periódico Reforma y que les presento en tres partes.
Estoy seguro que a los amigos que ya lo leyeron les gustará recordar estas historias, como cuando las platicábamos en nuestras reuniones en el Sanborn´s de insurgentes. Y para los que no las han leído, les encantará conocer los orígenes de nuestro barrio. Cuántos recuerdos. 
 
Ciudad de la Nostalgia/ Historias de San Rafael
Primera parte

Por 

Alberto Barranco Chavarría


(16-Jun-2002).-

"Ego te absolvum..."
Al eco del espanto de la batalla, la palabra gris del viejo fraile dieguino sonaba a sacrilegio. Se diría ajeno a la punta de la daga apremiando su costado. Ajeno al brillo de las espadas. Ajeno al duelo de los gritos. Ajeno a la ausencia de ornamentos, altar, campanas, incienso, misal, bancas, redinatorios, sedas, vinajeras, velas, velos, arras, anillos...
-Si alguno de los presentes conoce algún impedimento...
Ella, originaria de Filipinas y vecina del barrio de San Cosme, se llamaba Ignacia María Cruzat, La China, para más señas. El, originario de Sevilla y vecino del callejón de Medinas, se llamaba Domingo Sánchez De Tagle.
No hubo amonestaciones.
De hecho, a la boda, cobijada por lo profundo de la noche y bendecida por la pura portería del convento de los Descalzos Viejos, llamado luego de Nuestra Señora de la Consolación, sólo acudirían, sin galas ni invitaciones, sin vestido blanco ni jubón de seda negro con alforzas y encajes blancos, los seis hermanos del novio y las tres criadas de la novia.
El amor invencible de la riquísima heredera del ex gobernador de Filipinas, Honorato Cruzat, y el caballero que se había jugado la vida por ella en duelo de capa y daga con el conde de Santiago. La eterna historia de la negativa de mano; la huída; el depósito de la novia; la ceremonia furtiva...
-¿Acepta usted por esposo...? ¿Quién les fue con el chisme a los primos de La China? ¿Quién llevó a la mujer que juraba ser la esposa legítima del novio? ¿Quién desnudó la primera espada? ¿Quién pidió al cura confesar al novio al vuelo del escándalo? ¿Quién curó el desmayo de la bellísima filipina de pelo inmensamente negro y ojos color miel? El hecho es que a la media noche, cruzado al fin el laberinto del "Hasta que la muerte los separe...", la vieja calzada de Tlacopan, a la vera del acueducto de La Verónica, estaba llena de corchetes, arcabuceros y lanceros, enviados por el mismísimo Virrey de la Nueva España, quien hizo expedita justicia en bata.
Después de pagar una multa, ¡válgame Dios!, de 20 mil pesos oro -el costo de 50 mansiones veraniegas en el barrio de San Cosme en 1703-, Domingo Sánchez de Tagle sería escoltado a Veracruz, donde tomaría un barco rumbo...al destierro. Sus hermanos cubrirían, entre todos, una multa de 10 mil...
A su vez, los parientes de La China, diez mil pesos de pena pecunaria al calce, tendrían su casa por prisión durante seis meses...tiempo suficiente para que Ignacia María Cruzat profesara en el convento de San Lorenzo.
Qué importaban los ruegos de la mitad de la corte, incluídos los de la señora virreina, quien le levantaría tres semanas el habla a su marido, en favor de los enamorados.
Qué importaba la confesión de la supuesta legítima, quien había regresado el caudal cubierto por su actuación. Qué importaba la codicia de los Cruzat.
Lo cierto es que un mes después La China moría de fiebres...tabardillo, decían los médicos, dejando a su legítimo esposo y marido la mitad de sus bienes...y la otra a una casa de niños expósitos.
Y dicen que de vez en vez llega a la iglesia, dedicada luego a los santos gemelos, médicos ambos, Cosme y Damián, con la esperanza de casarse, ahora sí, como Dios manda.

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