miércoles, 27 de febrero de 2013

UN RAYO CAE EN EL VATICANO

UN RAYO CAE EN EL VATICANO.




                            




No es febrero un mes propicio para las tormentas. Pero la imagen de un rayo impactando en Roma sobre la cúpula del Vaticano, horas después de anunciar el Papa Benedicto, en latín, (una lengua muerta) su sorprendente renuncia, es una imagen que quedará para la historia. Casi todos los medios lo recogieron. 

Antes de producirse el fenómeno atmosférico, el decano del colegio cardenalicio había leído delante del Papa un texto en el que le decía que el anuncio de su renuncia, tan sorpresiva, “había resonado en el aula como un trueno en un cielo sereno”. El purpurado daba a entender que en el Vaticano no había tormentas (intrigas palaciegas, luchas por el poder).
El Papa Benedicto alega ‘motivos de salud’ para justificar su renuncia. Sin embargo, matiza el cura Jesús López Sáez, en su interesante escrito, “Sorpresa papal”: “ya hubiera querido su antecesor, Juan Pablo II, tener su estado de salud”... Por los interrogantes que plantea dicha renuncia, me trae a la memoria la figura de Juan Pablo I, que duró 33 días (los ‘años’ de Cristo), y de quien se lanzó el bulo de que era un papa enfermo, indeciso, incapaz… (“Juan Pablo I: Un caso abierto”, Jesús L. S., Editorial Sepha ). Si a la renuncia de Benedicto XVI sumamos las destituciones de los últimos directores del IOR (banco vaticano) las dudas se acrecientan. Llama la atención que su última gran decisión, tras anunciar su renuncia, ha sido nombrar a un nuevo presidente del IOR.
El 1 de julio de 2012, el cura Jesús publicó en la página web de la Comunidad de Ayala un intenso escrito, “Mal Estado Vaticano”, donde se ponía en evidencia, entre otros, los últimos escándalos financieros en el IOR salidos a la luz. En 2009, el periodista Gianluigi Nuzzi publicó su libro “Vaticano S.p.A” (Editorial Chiarelettere), escrito a partir del archivo de monseñor Renato Dardozzi, testigo privilegiado entre los años setenta y noventa de los problemas del IOR. Salían a la luz los mismos escándalos que Juan Pablo I quería cortar. Escribe el periodista Pedro Ordaz que “debajo de su piadoso nombre, Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano esconde un tormentoso pasado de crímenes y conexiones con la Mafia y un presente no mucho más limpio de blanqueo de capitales”, (“La última batalla de Benedicto XVI”, El País, 16 de febrero 2013). Un botón de muestra es que el Vaticano llegó a aceptar sobornos para enterrar al conocido capo mafioso y criminal Enrico de Pedís en una cripta de una Basílica, ‘como gran benefactor de los pobres’, como si fuera un santo. (El País, 6/5/2012).
Una de las primeras decisiones de calado que pensaba tomar Juan Pablo I era poner transparencia en las finanzas vaticanas para dar a la Iglesia un rostro más evangélico y creíble: “La Iglesia no debe tener poder ni poseer riquezas”. Empezando por la destitución del entonces responsable del IOR (el obispo P.C. Marzincus). Desde Pablo VI hasta nuestros días el Vaticano ha estado envuelto en continuos rosarios de escándalos, especialmente por el tema de los negocios vaticanos: blanqueo de dinero, evasión de divisas, opacidad... (casos de R. Calvi, L. Gelli, M. Sindona, U. Ortolani, desaparición de Emanuela Orlandi... ("El día de la cuenta", de Jesús López Sáez, Meral Ediciones). Hace un año, el que fuera secretario general de la Gobernación del Vaticano, monseñor Viganò (nombrado en 2009 y destituido en 2011 por su superior) denunció -en sendas cartas (filtradas a la prensa) dirigidas al secretario de Estado del Vaticano, T. Bertone; y a Benedicto XVI- corrupciones, facturas falsas, en las finanzas vaticanas. Viganò fue sustituido y enviado (‘exiliado’) como nuncio a EE. UU. En una palabra: “¿Dónde ha habido más negocios? ¿En el Estado Vaticano o en el viejo templo denunciado por Jesús?...”, denuncia el cura Jesús.
A Benedicto XVI -un papa ‘conservador’, que suele sorprendernos con escritos interesantes aunque luego no lo lleva a la práctica como Papa- se le reconoce el mérito de haber intentado (‘hasta donde ha podido’) ‘lavar los trapos sucios de la casa’: quitar el tapón de los escándalos de la pederastia en el seno de la Iglesia y poner orden en las oscuras finanzas vaticanas. Todo lo contrario que su antecesor, Juan Pablo II (beatificado de forma exprés), que mantuvo a Marzincus en su puesto al frente del IOR y lo protegió a cal y canto (el obispo Marzincus, fue reclamado por la justicia italiana e internacional). Además, Juan Pablo II no tuvo reparos en proponer como “modelo y guía de la juventud” al sacerdote pederasta Marcial Maciel, a quien el Papa Benedicto XVI apartó de la vida pública. No es descabellado afirmar que si M. Maciel hubiera fallecido unos años antes que Juan Pablo II, éste lo habría elevado a lo más alto de los altares…
Si el día 11 de febrero, día de la gran renuncia, cayó un rayo sobre la cúpula de San Pedro, el próximo día 28 -día en que Benedicto XVI dejará de ser Papa- el salmo propio del día es el Salmo 1: “los dos caminos”. Un salmo, escribe el cura Jesús, que recoge “la encrucijada en la que se ve envuelto Benedicto XVI”. Algo parecido sucedió el domingo 27 de mayo de 2012, Pentecostés, (lo recogió el cura Jesús en el ya citado, "Mal Estado Vaticano") cuando Benedicto XVI sacó el tema ignaciano de las dos banderas: “Debemos elegir si permanecer bajo la bandera del diablo o bajo la de Jesús. Bajo la primera bandera nos unimos en busca de riqueza, el vano honor, el orgullo y, por lo tanto, todos los vicios. Bajo la de Jesús, amando la pobreza -espiritual y material-, la humillación, la humildad y todo lo que se llama virtud”. Aunque Benedicto XVI apuntaba para adentro, culpaba a algunos medios de dar una imagen falsa de lo que ocurría en el Vaticano. “Deseo renovar mi confianza y mi aliento a mis más estrechos colaboradores y a todos aquellos que diariamente con fidelidad, espíritu de sacrificio y en silencio me ayudan en mi ministerio”.
Hay que retrotraerse más de setecientos años (hasta el año 1294), para ver en la historia de la iglesia un caso de renuncia papal. Fue con Celestino V (Pietro del Murrone), monje benedictino y eremita. Celestino V renunció a los cinco meses de su elección: según unos historiadores, ‘reconociendo su incapacidad’; según otros, ‘bajo presión del consistorio cardenalicio’. Su sucesor, Bonifacio VIII, lo encerró en una fortaleza el resto de sus días (para evitar un posible cisma), muriendo dos años después (19/05/1296). Clemente V lo elevó a los altares en 1313. El cura Jesús, que encuentra un cierto paralelismo entre Celestino V y Juan Pablo I, recoge este dato: en 1998 el Vaticano analizó con escáner el cadáver del Papa Celestino V. En el cráneo se detectó un clavo, lo que levantó la sospecha de que el Papa, partidario de que la Santa Sede adoptara un estilo de vida pobre, pudiera haber sido asesinado. Llama la atención que se hiciera el escáner al cadáver de Celestino V y no se hiciera algo semejante con Juan Pablo I”.

UN RAYO SOBRE EL VATICANO EN LA ENCRUCIJADA DE UN PAPA
BRAULIO HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, brauhm@gmail.com
TRES CANTOS (MADRID)
ECLESALIA, 19/02/13.-