lunes, 2 de diciembre de 2013

OIDO DE MUJER

El sexto Sentido     


INTUICIÓN

FEMENINA      
     


¡Ya lo decía yo! Que Dios no nos hizo iguales a los hombres que a las mujeres. En muchos aspectos. Pero una cualidad especial de ellas, que conocemos como "sexto sentido" muchas veces es la razón por la que terminamos reconociendo nuestras mentiras ante ellas.
Resulta que la mujer, por naturaleza, es capaz de percibir por medio de sus cinco sentidos mucho más que los hombres. Por ejemplo: en el diálogo de un hombre con su esposa, ella podrá intuir, por los matices de  su voz, si le dice la verdad o no. Mejor que un detector de mentiras. Mejor que la mano sobre la Biblia, Sale sobrando la historia mejor planteada, la coartada más elaborada, el argumento con más peso y mejor estructurado, que al final de cuentas,  oso se derrumba ante un "Ay, aajá... Si, cómo no, no me mientas!
Motivos hay de sobra en la vida por las que se ve uno orillado a mentir, aunque sea piadosamente, a nuestra pareja. Las mentiras, muchas veces se dicen con la mejor intención, la de evitar un disgusto a nuestra pareja. Sabemos que nunca en la vida entendería un "mi vida, no es lo que parece". Pero éstas situaciones suceden. Un mensaje de texto que confirma una cita de trabajo, real y verdadero trabajo, pero escrito muy amigablemente, tanto que puede interpretarse como cariñoso o amoroso. Pero no lo es! Una publicación en Facebook de alguien que jamás has visto personalmente, o una plática con tu amigo, en la que siempre se habla de más, por presumir de dotes que todos quisiéramos tener, pero que no tenemos, ¡cuidado! puede ponernos ante un verdadero interrogatorio judicial, con riesgo de torturas dolorosas y, lo que es peor, con sentencias de celibato obligatorio por tiempo indefinido y... Sin realmente haber pecado. 
Bien dice el dicho: "no hagas cosas buenas, que parezcan malas" porque siempre hay una mujer a tu lado que es capaz de reconocer las mentiras porque oye en tu voz hasta lo que piensas no decir, o ve que se te arruga la nariz, o te rascas la cabeza, o te sudan las manos, o hablas distinto, o simplemente, porque piensa que puedes mentir, y ya, da por hecho que es mentira.


Lo increíble es... ¡Que siempre le atinan!
     








































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