viernes, 18 de marzo de 2011

¿SABES QUÉ ES UN PERREO?,-

El perreo son las fiestas clandestinas en las que chavos de entre 12 y 18 años, en su mayoría, buscan divertirse y desconectarse de su realidad y son también mercado cautivo de narco distribuidores que les proveen el medio de evasión: Las “monas”, estopas mojadas en inhalantes que se están convirtiendo en la droga preferida por los jóvenes y se cree que en poco tiempo será más utilizada que la marihuana.
Rosy Alvarez nos proporcionó estos materiales para asomarnos a este pozo en el que viven inmersos una población cada vez más grande de chavos que pudieron haber tenido una perspectiva de vida útil para ellos y la sociedad y que, a falta de oportunidades, queman literalmente su cerebro.
Enseguida, un reportaje sobre los perreos y las monas. Dale click a este enlace:

Para empezar, ¿qué es un "perreo"?


“Seducen” con inhalantes a niños al poniente del DF

La delegación Álvaro Obregón tiene detectadas siete colonias como “focos rojos” donde adolescentes y jóvenes son captados por bandas de narcomenudistas para incitarlos al consumo de drogas, principalmente inhalantes, a través de la realización de fiestas clandestinas denominadas perreos.
El titular de la demarcación Eduardo Santillán advirtió que en estas reuniones, a las que acuden adolescentes de entre 12 y 18 años, se distribuye y consume alcohol y drogas. La principal es la mona que es un puñado de estopa remojado con activo.
Santillán dijo, en entrevista con EL UNIVERSAL, que se ha detectado que los delincuentes han ideado nuevas formas de vender los inhalantes a los menores de edad: “hacen monas de sabores a las cuales se les vierten jarabes de chocolate y vainilla”.
Horas antes, durante su comparecencia ante la Comisión de Administración de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), Santillán había señalado que ante el incremento de este tipo de reuniones, la autoridad está realizando operativos de inteligencia para detectar la ubicación de las fiestas, ya que los organizadores avisan de persona a persona en dónde se van realizar, a qué hora y cuándo.
El funcionario asegura que quienes hacen los perreos han modificado la forma en comunicarse con los jóvenes. “Primero eran bardas y posters, luego iban a las escuelas para decirles dónde sería la fiesta, pero ahora sólo les dicen qué día será el perreo y hasta ese momento les informan del lugar. La parte fundamental de la fiesta es la distribución de droga”.
En las colonias Cañada, Jalalpa, Barrio Norte, Paraje Caballito, Lomas de Chamontoya, Tlacoyaque San Bartolo y Lomas de la Era, ubicadas en la zona de alta marginación en Álvaro Obregón, iniciaron los operativos “cero-perreos” para inhibir la realización de estas fiestas cuyos organizadores se presume están vinculados con la delincuencia organizada.
Indicó que están invitando a los jóvenes a que organicen sus fiestas en instalaciones de la propia demarcación.

Acciones contra el “activo”
Paralelo a las acciones “anti-perreo”, la demarcación arrancará la próxima semana un programa denominado “Cero Venta de Activo en Tlapalerías” para inhibir la comercialización de las latas a niños y adolescentes.
“Se pretende que en las 200 tlapalerías, los dueños regulen la venta de la sustancia y así evitar la facilidad con la que se obtiene esta droga. Una lata de activo cuesta entre 20 a 30 pesos y pueden producirse hasta 40 monas”.
Santillán insistió que la problemática principal es que en las “fiestas del perreo” los jóvenes tienen acceso a las llamadas monas (estopa humedecida en pegamento PVC).
El jefe delegacional precisó que el pegamento PVC es una de las drogas que más se consume en las colonías altas de Álvaro Obregón.
Santillán adelantó que se trabaja junto con Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones en la Ciudad de México para que en la delegación haya un centro de atención.
Luego, ¿Qué es “la mona”?


“La mona” destronará a la mariguana en 2015
La pobreza impulsa el crecimiento del consumo de solventes baratos como droga de inicio


Domingo 27 de febrero de 2011Cinthya Sánchez | El Universal
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El director de un bachillerato del poniente de la ciudad de México está preocupado porque alrededor de la mitad de los 800 estudiantes de su colegio consumen inhalantes. La primera estopa impregnada con PVC que vio fue hace 4 años. Y desde entonces la cantidad de adictos ha ido creciendo rápidamente. Inhalan en los pasillos y en las calles cercanas a la escuela. La amenaza de ser expulsados si se atreven a sacar “la mona” durante las clases no ha amedrentado a todos. Los consumidores tienen entre 15 y 18 años y no hay distinción de género. Lo hacen niñas y niños.
El Diademas, un adolescente de 16 años al que le apodan así porque tiene una cicatriz en la cabeza que lo recorre de oreja a oreja, fue uno de los primeros dealers (vendedores de droga) que sacó de las tlapalerías el PVC, un pegamento que se utiliza para plásticos, para venderlo en este bachillerato. Él comenzó a ofrecer bolitas de estopa con el solvente mezclado con chicle o fresas molidas, para darles color y sabor.
Este muchacho encontró en el bachillerato público del poniente de la ciudad una tierra fértil. La pobreza de los muchachos fue el caldo de cultivo para que floreciera el negocio del El Diademas. De a tres pesos, sin sabor, y de a cinco, con sabor y color rosado. Este último producto está de moda entre las chicas. Desde hace cuatro años “la mona” se instaló en los pulmones y en los cerebros de los estudiantes.
Regular la venta en tlapalerías
El procurador de Justicia del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, dijo a EL UNIVERSAL que en breve se contará con una lista donde se señalen los puntos de comercialización de inhalantes como el PVC. El propósito es que no se le vendan estos productos a menores de edad. “Será un trabajo conjunto con el Instituto de Verificación Administrativa del Distrito Federal (Invea-DF), porque si un establecimiento mercantil está vendiendo algo que está prohibido o sustancias ilegales se clausurará el establecimiento”.
Dijo que en las reuniones generales que ha tenido con los jefes delegacionales del DF se ha llegado a un acuerdo para hacer un señalamiento específico de los sitios donde se comercializa este pegamento que los menores de edad recientemente han adoptado como droga recreativa.
“Estamos trabajando con la policía preventiva y la policía de investigación para reforzar todos los programas que sean necesarios y evitar la corrupción en estos puntos de venta”, afirmó el funcionario.
La semana pasada, el delegado de Álvaro Obregón, Eduardo Santillán Pérez, aseguró que la demarcación arrancará en los próximos días un programa denominado “Cero Venta de Activo en Tlapalerías”, para inhibir la comercialización de las latas de PVC a niños y adolescentes.
“Se pretende que en las 200 tlapalerías, los dueños regulen la venta de la sustancia, y así se evite la facilidad con la que se obtiene esta droga. Una lata de activo cuesta entre 20 y 30 pesos, y pueden producirse hasta 40 monas”.
Por hambre y por recreación
Bruno Díaz, subdirector de Investigación de los Centros de Integración Juvenil (CIJ), dice que desde hace seis años ha habido un repunte en el consumo de inhalantes entre los estudiantes de secundaria y preparatoria, y estima que de seguir esta situación, para 2015, los solventes como el PVC superarán al consumo de mariguana como droga de inicio entre los chavos.
El problema también se ha agravado en otros estados como Hidalgo, México, Morelos, Querétaro y Guanajuato, donde el solvente que utilizan los adolescentes es “agua celeste”, parecido al thiner, pero que se aplica en la industria del calzado y de la piel.
En el Distrito Federal el solvente que reina es el PVC, aunque los adolescentes pocas veces saben qué es lo que están consumiendo porque suelen adquirirlo a través de dealers.
Bruno Díaz cuenta que a los CIJ cada vez llegan más chavos que consumen inhalantes. Lo utilizan los niños en situación de calle por su bajo costo y porque quita el hambre y el frío.
Pero también hay consumidores que no lo inhalan por hambre ni por frío. Los usan como droga recreativa.
“Se me va la onda”
Iracema es cliente de El Diademas. Ella es una de las decenas de chicas que han sido sorprendidas con “la mona” en mano dentro de la escuela. “Cuando mandaron llamar a mi mamá porque me cacharon, ella me dijo que ni para drogarme servía, que había caído en lo más bajo, que me drogaba como niña de la calle”, cuenta.
Los chavos de su barrio, cuenta Iracema, lo consumen en la escuela, en la calle y en las fiestas “Yo lo hago de puro coto”, dice. Se refiere a que le gusta inhalar por seguir a los demás. Aunque también se da cuenta que desde que consume PVC su cerebro trabaja más lento. “A veces se me va la onda, no respondo cuando me hablan o me quedo en mi viaje hasta que mi mamá aplaude fuerte y me dice: ‘Iracema, sigue en la pinche luna, eh’”.
Lo que Iracema resume como “se me va la onda” tiene muchas implicaciones médicas. Raúl Fernández Joffre, director del Centro Toxicológico del Distrito Federal, explica que “el cerebro se les deshidrata por dentro. Los inhalables actúan como un depresor que en una primera etapa les permite ser más sociables pero, como se trata de hidrocarburos, tienen un efecto grave en la corteza del cerebro. Éste se atrofia, hay pérdida de la vista, de las funciones motoras, dejan de tener contacto con el mundo real. Pueden tener fallas ventilatorias que los puede llevar a una muerte súbita porque se produce un problema de neumotórax. Es decir, al inahlar se puede romper el pulmón”.
El efecto es corto. Dura una o dos horas. Se presenta euforia, hiperactividad, hilaridad, alucinaciones auditivas y visuales. Las primeras sensaciones podrían asemejarse a la embriaguez etílica. Cuando la dosis inhalada se incrementa, aparece una depresión del sistema nervioso central con confusión, torpeza mental, cefalea. Además, la presencia de vapores químicos con el aire inspirado disminuye la presión parcial de oxígeno.
Pero lo que para estos niños es un juego, para el doctor Joffre significa un asunto de vida o muerte. En el Centro Toxicológico que él dirige también hay señales alarmantes de esta adicción. “50% de los casos que llegan al Centro para desintoxicarse pertenecen al grupo de inhalantes. Ninguno de ellos está consciente de que la vida se les puede ir a la primera inhalada”, dice.



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