En
México, por fin legalmente se da en adopción un bebé a una pareja homosexual. Esto que
parecía nunca llegaría a suceder, es una
señal de avance en derechos humanos y de terminar con la discriminación. Se
reconoce que todos los seres humanos somos iguales y valemos lo mismo. Esto,
que suena como perogrullada, no lo es, pues a la fecha, la Iglesia Católica,
por ejemplo, no lo considera así.
La
Homosexualidad, como preferencia sexual era perseguida y castigada severamente.
Se quemaba a los homosexuales en plazas públicas; la Alemania Nazi los metía en
cámaras de gases; en los campos de concentración soviéticos los masacraban; en
la China de Mao, los fusilaban; Y, a la fecha, en los países musulmanes, la
homosexualidad se considera un delito.
Una
vez aprobada y legalizada en México la unión homosexual, la pregunta era: ¿El
derecho a adoptar y educar a un hijo, por una pareja homosexual, no es
demasiado?
Han
sido siglos y siglos de ignorancia y oscurantismo, pero vamos saliendo a la luz
gracias a la ley que garantiza la igualdad de derechos a todas las parejas,
heterosexuales u homosexuales, a pesar de la oposición católica y de las
instituciones como el IMSS o el ISSSTE que se niegan a reconocer estos derechos
en claro desacato a la ley vigente.
Mucha
gente dice que esta ley promueve el homosexualismo, como si se tratara de un
producto que se promoviera en una campaña publicitaria y esto trajera como
consecuencia una oleada de nuevos homosexuales gracias a la mercadotecnia. El
homosexualismo no es un producto como la pasta de dientes, es una
orientación sexual libre.
La
adopción le da la oportunidad a un niño de vivir en un hogar funcional con dos
papás o dos mamás, los niños necesitan del amor de sus padres y de vivir el
amor en su hogar. Vale más que vivir en un hogar disfuncional, con un padre
maltratador o en un ambiente de violencia. Lo importante es que crezca con
cariño. No vale más el amor heterosexual que el homosexual.
Por
vivir con padres homosexuales, el niño no va a ser obligatoriamente homosexual.
Las parejas heterosexuales tienen hijos homosexuales. No es una enfermedad que
se contagie, no tiene nada que ver una cosa con la otra.
Enfrentan ahora una lucha en contra de la discriminación y de las burlas que, ojalá no sea así, pueda sufrir su hijo por tener padres del mismo sexo, pero están dispuestos a enfrentarla con valor y amor, como lo han hecho desde que decidieron estar juntos. Es la mejor enseñanza que le pueden dar a su hijo.
Felicidades
a la pareja homosexual que por vez primera en nuestro país tiene un hijo
legalmente adoptado.
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