martes, 14 de junio de 2011

ELIGIENDO MORIR.- Por Fernando Álvarez Díaz.


El buen morir. La eutanasia.- Es un tema que en nuestra religión no tiene vuelta de hoja. Dios nos da la vida y nosotros no podemos decidir si queremos o no vivir. Solo DIOS, sabe cuando llega nuestra hora y debemos aceptar su voluntad.
Pero, nuestro derecho a decidir por nosotros mismos? Dios nos dio esa facultad también.
Reflexionemos en estos casos:
No era cualquier fecha. Aquel 24 de septiembre se cumplían tres años del accidente que había dejado tetrapléjico, mudo y ciego, a su hijo Vicente.

A las cinco y media, como todas las tardes, María Humbert llegó a la habitación 125 de la clínica de Berck-sur-Mer, en el norte de Francia.

Se sentó junto a la cama donde yacía paralizado su hijo. Como siempre, tomó su mano derecha, la única que el joven podía mover ligeramente, y empezó a recitar el abecedario.

A, b, c, d, e, f, g...

Con el pulgar en la mano de su madre, Vicente presionaba cada vez que ella pronunciaba la letra deseada. Y así, letra a letra, la madre iba anotando la frase que su hijo quería transmitirle...

Tú… me has dado… la vida… ahora… dame la muerte.

Vicente había sido bombero voluntario. Regresando a casa, después de una guardia, su auto se estrelló en la carretera municipal. Nueve meses tardó en despertarse. Diez meses más le costó expresar sus primeras palabras presionando el pulgar.

Mamá… me alegro… que estés… aquí.

Para estar junto a su hijo, María había dejado el trabajo y se había ido a vivir en un pequeño departamento cerca del hospital. Estaba sola.

La soledad de Vicente era todavía peor. La novia y los amigos lo visitaron en una ocasión, pero no regresaron más.

El joven había cumplido 22 años y los médicos anunciaron que así, tetrapléjico, totalmente inmóvil, encerrado en un cuerpo inútil, podría vivir muchos años más.

No veo... No huelo... No puedo hablar... No puedo… hacer nada... Me lavan… me visten... Soy un vegetal.

A pesar de la enorme dificultad, letra a letra, renglón a renglón, Vicente dictó un libro contando su tragedia y expresando su firme deseo de morir.

Esta vida… que me obligan a vivir… no la quiero… Esto no es vida… No quiero vivir.

Los médicos le hablaron claro a su madre. No había esperanza alguna de recuperación.

Pero María, la madre, no quería entender. Confiaba en que su hijo sanaría. Tal vez un milagro…

Pero pasaba el tiempo, los meses, tres años…

Tú… me has dado… la vida… ahora… dame la muerte.

Vicente le pedía morir. Que lo ayudara a morir. Se lo pedía insistentemente. Al final, la madre se rindió.

¿Cómo negarle lo único que desea? Yo lo traje al mundo. Y ahora lo haré nacer a otro mundo donde será feliz.

María Humbert fue a los periódicos, a los canales de radio y televisión defendiendo el derecho de su hijo a morir con dignidad. Pero ningún médico quería ayudarla…

Pues lo haré yo. Si no lo hiciera, no podría mirarme al espejo. ¿Qué haría usted si su hijo le dijera todos los días: Mamá, no puedo más, por favor libérame?

El 24 de septiembre de 2003, cuando se cumplían 3 años del fatal accidente, la madre fue a cumplir el deseo más profundo del hijo: morir.

La madre se acerca. Lo besa por última vez. Y añade una dosis de barbitúricos en la sonda que su hijo tiene conectada al estómago.

¿Qué está haciendo usted, señora?

Lo que tenía que hacer.

María Humbert, la madre, fue apresada. Dos policías la escoltaron hasta la comisaría y allí quedó detenida por “intento de asesinato”.

Al inyectar los barbitúricos, la madre sólo había conseguido sumir a Vicente en un coma profundo.

Si tengo que ir a la cárcel, iré. Después del dolor que soporto desde hace tres años viendo a mi hijo sufrir, la prisión no será nada.

Dos días después de lo ocurrido, el doctor Frédéric Chaussoy decidió retirar el respirador artificial.

Asumo la responsabilidad. Hay que terminar con la falta de leyes y la hipocresía respecto a la eutanasia. Las personas tienen derecho a morir con dignidad.

En su libro, Vicente dejó escrito:

No juzguen a mi madre. Lo que va a hacer por mí es su más bella prueba de amor.
Vicente Humbert pudo descansar, al fin, en la mañana del 26 de septiembre de 2003.
Pidió ser cremado y que celebraran una misa con su canción favorita.


Hoy surge nuevamente el tema de la eutanasia al enterarnos por los medios:  
Este lunes 13 de junio, la cadena británica BBC emitió  el suicidio asistido de Peter Medley, un hotelero británico multimillonario de 71 años, afectado de una dolencia neuronal motora, que acudió a la clínica suiza Dignitas para poner fin a sus días. La emisión ha sido criticada desde diversas organizaciones, que han acusado a la emisora pública de ayudar a promover el suicidio asistido y de alentar a que otras personas sigan los pasos de Medley. La BBC se defendió afirmando que el reportaje, titulado "Eligiendo morir", dará la oportunidad a los telespectadores de formar su propia opinión.
Te presento la polémica alrededor de este caso:


Por último, el 3 de junio reciente oímos en las noticias del fallecimiento de Jack Kevorkian, médico estadunidense conocido como el Dr. Muerte, cuyo caso inspiró  la producción de una película y el debate sobre los derechos humanos en Estados Unidos.
En 1998, el veredicto contra el doctor Jack Kevorkian cambió para siempre la forma en que Estados Unidos contempla la eutanasia. El 17 de septiembre de aquel año le aplicó una inyección a Thomas Youk, de 52 años, que sufría esclerosis lateral amiotrófica. Normalmente, dejaba que los pacientes se inyectaran una dosis de líquido letal ellos mismos. Como Youk no podía, por su inmovilidad, lo hizo el mismo doctor, tras pedir su consentimiento. Lo grabó en vídeo y permitió al programa 60 Minutes de la cadena CBS que emitiera el incidente. La fiscalía presentó cargos y lo llevó a juicio. Kevorkian ha fallecido en Detroit a los 83 años.
En 1990 practicó su primera eutanasia, según diversas entrevistas que concedió a lo largo de los años. Fue a una mujer anciana que sufría las últimas fases del mal de Alzheimer y que en algunos momentos, que Kevorkian decía que eran de lucidez, pedía una pronta muerte. Aquel caso le valió ya su primera demanda y que el Estado de Michigan le retirara su licencia.
Y tu... qué opinas?
Tu tienes la última palabra sobre este tema. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pienso que nadie es dueño de su propia vida para darle fin a la misma, pues no puedes saber lo que te depara el futuro, estés en las condiciones en que te encuentres.
Yo tengo epilepsia y una crisis me llevó a padecer un traumatismo cráneo-encefálico de grado 3 (el máximo). Mis opciones, en orden de probabilidad, eran las siguientes:_morir, quedar vegetal, quedar sin facultades mentales para discernir, que alguna o varias partes de mi cuerpo dejasen de funcionar por no interactuar con las conexiones del cerebro, ó (la menos probable) recuperarme.
Actualmente no solo me recuperé, sino que mi epilepsia está más que controlada, pues desde hace un año comencé el proceso de reducción de medicamentos (algo que espero me lleve a dejar de medicarme por desaparecer la enfermedad).
Lo más importante de todo esto, para mi,no es lo ya citado, sino las bellas experiencias que he tenido en la vida después de 11 años en que sentí que perdía la vida. Así pues ¿que les lleva a justificar que su vida ya debe terminar?
Atte. Javier García