No tenemos ningua fotografía de Jesús. Ni siquiera retratos
por algún pintor de su época. No estaba Jesús para
muchas pinturas.
Hay algunas leyendas como la del “mandilyon” que cuenta cómo un día, al secarse Jesús la
cara, quedó su imagen impresa . Lo mismo que el velo de la Verónica cuando le secó la sangre, camino de la cruz…
También se
guarda en Turín la “sábana santa”
que algunos defienden con
argumentos científicos, como auténtica impresión
del cuerpo de Jesús … mientras otros la
rechazan también con análisis
científicos.
En los primeros tiempos
de la Iglesia también se le representaba como buen pastor con la
oveja sobre los hombros.
No quiero hacer una
historia de las imágenes de Jesús en la pintura y la escultura durante estos veinte siglos.
Tampoco quiero
presentar las imágenes que se han
multiplicado desde que existen la
imprenta, la fotografía, el cine o las
imágenes digitales , con máyor o menor acierto.
Generalmente, por la
influencia de los pintores europeos y las películas “made in USA”, junto con un velado racismo, se ha presentado un Jesús
“canche”, rubio, con ojos azules como
nacido en Alemania o Massachusetts.
Hoy se presentan muchas imágenes artificiales de
Jesús. Se le han añadido aureolas, mantos, coronas, luces como fuegos
artificiales, que lo han deshumanizado.
Se le ha desencarnado, como si no fuera realmente hombre.
Pero también -al revés - algunos han insistido en
imágenes sangrientas de la pasión, escenas truculentas como
si solo fuera un cuerpo de condenado.
También a veces
se presenta en templos o centros religiosos un primer plano de una película con el rostro de…. “Ese no es
Jesús dicen los que han visto al actor en otras películas. Es
Robert Powell”.
Pero en la mayoria
de las imágenes se le ha separado de algo muy importante para los creyentes: Un
Jesús para y con la comunidad humana.
Jesús con la gente.
Entre tantas imágenes me propongo seleccionar solamente dos, resumiendo
lo que pensamos de Jesús quienes creemos en
Él: hijo del Padre celestial e hijo del hombre (como a Él mismo le gustaba llamarse, según se lee en el vangelio )
Pues para ello les presento primero esta imagen:
Jesús en la cola de los hambrientos.
Está dibujada por Fritz Eichenberg . Nacido
en Alemania , de familia judía, huyó
de la furia racista de Hitler . Vivió y murió en Estados Unidos (1901-1990). Allí colaboró con Dorothy Day, una santa mujer
entregada al servicio del pueblo, de los más pobres. Dorothy , entre sus muchas
acciones solidarias, abrió casas de acogida en Nueva York.
Esta colaboración le inspiró a Eichenberg dibujos como éste que publicó
en “the catholic worker” (el trabajador católico). El periódico estaba publicado por
Dorothy y Peter Maurin, otro
profeta al servicio de los pobres
El dibujo es
reflejo de la pobreza en un país
aparentemente muy rico. En los barrancos de su historia caen demasiados marginados que no aparecen en la prensa.
“Jesús en la cola de los hambrientos” es el
retrato moderno de este “hijo del
hombre”. El Jesús humano que, resucitado, está hoy presente en las víctimas
de la injusticia. El podría cantarnos la
estrofa del cubano Martí:
“Con los pobres
de la tierra + Quiero yo mi suerte echar + El
arroyo de la sierra + me complace más
que el mar”
Pero
pasemos a otro “retrato” de Jesús
que simboliza su unión
con El Padre celestial:
Supongo que se sorprenderán. Puede
que pregunten: según tú, ¿cuál de estos tres personajes representa a Jesús?.
Y les contestará el autor de la pintura, Andréi Rubliov ( o Rublev) artista
ruso que
murió hacia 1430. Se le considera uno
de los más grandes pintores de iconos (las pinturas religiosas del arte
bizantino, en la iglesia griega y rusa). Este
cuadro lo pintó para la iglesia
de la Trinidad. Hoy está, como muchos cuadros religiosos, en un museo.
Igual que comentamos sobre el dibujo de Eichenberg, esta
pintura es una representación simbólica.
A primera vista no refleja la unión de Jesús con “los pobres de la
tierra” sino con el Padre y el Espíritu,
según su misma expresión: “El Padre y yo somos una misma
cosa”.
No voy a explicar todo el simbolismo
de este cuadro, ( pueden encontrarlo en :
http://es.wikipedia.org/wiki/Andr%C3%A9i_Rubliov ) pero sí destaco algunos aspectos importantes:
La pintura representa a tres ángeles cuyas
alas se juntan.
Rublev quiere destacar la unidad en la divinidad de las tres personas y, a la vez, la diferencia
de sus misiones.
Jesús está representado en el centro.
A la izquierda, según mira el espectador,
el Padre. A la derecha el Espírito Santo. Los rostros de Jesús y el
Espíritu se inclinan con reverencia ante el Padre.
Los rostros de los tres son iguales .Todos llevan un
bastón, antiguo signo de autoridad. El
color azul de sus ropas refleja la
divinidad. Pero Jesús además
viste una túnica roja, símbolo de la sangre que derramó.
En el centro de los tres está la copa
de la eucaristía, la comunión, la unidad.
Podemos hablar de la unidad y la distinción de Dios, llamando
a esta pintura, en vez de Trinidad: la
Santísima “comunidad”.
Las personas, a su imagen y semejanza vivimos la unidad de seres humanos y la
diversidad de personas. Pero en nosotros se produce la tensión de los seres
que se agitan entre sus deseos de
vivir en paz, de quererse, de ser todos uno… con las divisiones, horribles
enfrentamientos y crímenes y luchas por el poder…
Pueden ustedes, teniendo presentes
las dos pinturas, pasar los ojos del
Jesús profundamente hombre, humillado y
sumergido en la miseria con gran parte de la humanidad, al Jesús
sumergido en Dios, viviendo la vida divina.
Podemos ir mirando una imagen y la
otra y mientras acariciamos las dos pinturas con los ojos, como si fueran una
sola imagen, pensemos cómo, los que nos llamamos seguidores de Jesús, no conseguimos ser fieles a esta santísima comunidad. Sentimos el ansia que late en el fondo
de nuestra pobre realidad : querríamos llegar a los luminosos colores de Rublev, a esa feliz unidad en nuestras diferencias.
Al mismo tiempo nos revolvemos
en las sombras, el blanco y negro de Eichenberg, la humanidad
que sufre toda clase de marginaciones, miseria, aplastamiento. Los pobres seres encogidos en una cola por si les toca algo en
el reparto. Allí. sin que muchos se den
cuenta, espera turno para el comedor de caridad
un tal Jesús de Nazaret, el que se sienta con el Padre y el Espíritu,
en torno a la copa de eterna
comunión . El que sigue llamando a Dios :
padre, papá. Y sigue siendo el Hijo del hombre.
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