Continuamos con la tercera y última parte del tema “Génesis y Teoría de la
Evolución”
Estoy aquí por el más puro
azar. Hace algunos años, en una noche cualquiera, uno de los 100 millones de
espermatozoides de mi padre ganó la carrera y se unió a un óvulo de mi madre.
Mi cuerpo contiene ahora mil millones de millones de células.
Cada una guarda una copia completa de mi ADN, único e irrepetible.
Y en cada una, un delgado hilo mitocondrial me religa a cinco mil generaciones de mujeres.
En cada célula, 23 pares de cromosomas.
Mi cuerpo contiene ahora mil millones de millones de células.
Cada una guarda una copia completa de mi ADN, único e irrepetible.
Y en cada una, un delgado hilo mitocondrial me religa a cinco mil generaciones de mujeres.
En cada célula, 23 pares de cromosomas.
En cada cromosoma, las espirales inmortales con sus genes egoístas.
Y en las espirales, mil millones de palabras escritas con apenas cuatro
letras, el alfabeto de la vida.
Ellas diseñaron el cerebro, el más sorprendente invento de la Naturaleza
que hace posible todos los inventos de la Cultura, desde la rueda hasta los
dioses.
Y la escritura, memoria de nuestra especie.
Y la escritura, memoria de nuestra especie.
Mi cerebro alberga 100
mil millones de neuronas en su pequeño territorio gris.
Estas neuronas me permiten pensar, tener conciencia de mí y saber de mi muerte.
Estas neuronas me permiten pensar, tener conciencia de mí y saber de mi muerte.
Con unas cuantas de ellas escribí estas palabras. Deseo que se repliquen en otros cerebros como memes de asombro.
Abismo que llama a otro abismo: toda la materia explosionada desde el principio cabrá en un grano de arena si triunfa la fuerza de la gravedad.
Y volverá a expandirse y a contraerse, una y otra vez, en un derroche de misterio.
Soy una chispa efímera de esa energía inagotable.
Estoy aquí, sabiendo ya cómo funciona el cosmos y esperando el porqué.
Carl Sagan, Miles de Millones, Ediciones B, Barcelona, 1998.
No hay comentarios:
Publicar un comentario