viernes, 25 de marzo de 2011

¿CÓNYUGES O CONSORTES?.- Por: Fernando Alvarez

¿Los infantes disfrutan tanto la infancia, como los adultos el adulterio?
Esta semana recibimos una noticia que tiene que ver mucho con la realidad en la vida de muchas parejas,

Una ley que penalizaba el adulterio en México fue derogada el jueves por el Senado, bajo el argumento de que promovía la idea de que la mujer casada es propiedad del hombre, según un texto divulgado este viernes por el legislativo.
A propósito de albóndigas, esta noticia nos da pie para reflexionar acerca del papel que tradicionalmente ha desempeñando la mujer en el matrimonio.
 “La alcoba es un santuario. El lecho matrimonial es el altar donde se realiza el acto sagrado de la reproducción.”

 “Hoy es viernes, hoy toca.”.

El amor se hace a oscuras, en silencio, sin quitarse el camisón. En cuestión de minutos, el esposo termina, da media vuelta y se queda dormido.

Escenas como éstas se han repetido infinidad de veces en infinidad de casas cristianas. Y de casas judías. Y de casas musulmanas.

Cambian las palabras, cambia el decorado. Pero la precipitación del hombre es la misma. Y la pasividad de la mujer, también.

En muchas religiones el sexo se percibe como algo sucio, pecaminoso, merecedor de infiernos y castigos.

Pero al ser el único camino para traer hijos al mundo, hay que aceptarlo como un mal menor.

En el Nuevo Testamento, San Pablo habla de la conveniencia para el hombre de no tocar a la mujer.

Y la Iglesia Católica enseña el celibato como un camino de perfección.

En Israel, una secta de piadosos envuelve a sus mujeres en sábanas para no tocarlas durante la relación. La sábana está perforada en el centro. Por ese pequeño orificio el esposo penetra a la esposa. Así tienen hijos sin tener placer.

En algunos países de África, manipulando las palabras del Corán, libro sagrado de los musulmanes, mutilan los genitales de las niñas para que nunca puedan sentir placer. La mujer debe limitarse a procrear.

En muchas culturas y por culpa del machismo de muchas religiones, la mujer fue reducida a un aparato reproductor. Y el matrimonio, a una relación de esclavitud. La palabra “cónyuge” lo expresa bien: es un “yugo”.

Pero no un yugo compartido, como pudiera pensarse. Porque al hombre le permiten buscar y encontrar placer en la calle con otras mujeres. Es la esposa la que está condenada al “deber conyugal”.

Si la mujer disfruta... ¡es porque es…!

Todavía en el siglo 21 se oyen estos refranes que censuran el placer femenino.

Pero, a pesar de las represiones y la doble moral, las mujeres están rompiendo el yugo del deber conyugal y están conquistando el derecho al placer sexual.

En la Ciudad de México y casi todos los países de América Latina las mujeres han logrado leyes que protegen sus derechos sexuales y reproductivos.

Las mujeres están conociendo su cuerpo, lo exploran, rompen el tabú de purezas e impurezas, acceden a la educación sexual, disfrutan de su pareja en un ambiente de amor y alegría, sin prejuicios ni silencios.

Más que “cónyuges” me gusta y prefiero decir: “consortes”, que significa compartir la misma suerte. Y el mismo placer.
 
Las mujeres rompen el yugo del deber conyugal y conquistan el derecho al placer sexual.
Y tu, qué piensas?

No hay comentarios: